jueves, 5 de enero de 2012

RdR

Esta ocasión, quiero que me cuentes lo que sientes, lo que pensaste; Aquello que causó en ti el descubrimiento.

Será el siguiente paso.

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lunes, 2 de enero de 2012

Un accidente

Siempre era lo mismo: Un accidente automovilístico.

Muchas veces, lo había visto pasar frente a sus ojos. Aunque no lograba ver los detalles de todo lo que acontecía, quería verlo en cámara lenta, en slow motion, para así recuperar cada instante y grabarlo en su memoria; Guardarlo fresco.

Pero habían cosas que no podía imaginar en primera instancia: El sabor de la sangre, el estridente sonido de las llantas derrapar, el sonido de la piel siendo presionada contra los metales y el hueso de la quijada, el temporal o pariental.

Sabía, por simple deducción y recopilación de experiencias pasadas, que lo primero que sucedería, sería cerrar los ojos fuertemente mientras se apartaba la mirada del frente, girando preferentemente al mismo lado cuya mano fuera la principal: Diestra o siniestra.

Cerrar los ojos, sólo llevaría a la rigidez del cuerpo, extendiéndolo a todo lo largo; Esto llevaría a fracturar una o las dos piernas, al estar apoyados en el fondo del auto, ya sea con la estructura o bien con los pedales. Ese sonido, cuando los huesos colapsaran, tampoco sería apreciable pues habría suficiente ruido en el ambiente - Sonido un tanto seco - Crack.  Como cuando la rama de un árbol que yace en el sendero, se rompe.

El siguiente dolor vendrían del hombro izquierdo, producto del tirón que significa el mecanismo de seguridad del cinturón que recorre el cuerpo de manera diagonal. Claro, siempre era el conductor del mismo mientras sucedía, lo que hacia suponer era un impacto. El dolor, se traduciría en un largo moretón, de una forma bien marcada: Rectangular.

Los vidrios se pulverizarían dejando por doquier rastros de él. Ya no lo pueden degollar. Pero tampoco se puede volver a reconstruir.

Había dejado de fumar hacia ya casi 5 años, por lo que uno el codo izquierdo, así como el hombro derecho se dislocarían casi en perfecta sincronía. Esto - dudaba siempre - no sabía si provocaría sonido alguno. Faltaba imaginar más. Era una tarea pendiente.

Al reunir todos estos detalles, y luego de repasarlo mentalmente por años, aún no estaba seguro de algo: Si moriría o no en el accidente. Ese era su sueño.

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